Aún no se repone del viaje hacia esta villa de Tula, debido a todas las incomodidades que implica el viaje en diligencia. Ha tomado los baños y comienza a sentir mejoría en su salud. María de Jesús hace muy bien en pedir a Dios la paciencia necesaria para sufrir las penalidades "de nuestra vida; porque solo Dios puede remediarlas, teniendo piedad de nosotros". Pide que Agustín [Montes] entregue en propia mano la carta adjunta a [Felipe] Buenrostro [véase núm. 2192]. Encarga que le envíe víveres, así como papel para escribir y cubiertas, de El Libro Mayor. |