Recibió su carta del 1º de junio pidiéndole consejo para corregir los males que sin duda se notan en su administración, a fin de "dar cima feliz a las ideas modernas que hacen que el siglo en que vivimos sea el llamado de la luz". Así pues, da el mejor de sus consejos: cumplir con el programa que publicó, en nombre de Álvarez, Cirilo R. Heredia [sic por Heredia R.]; el pueblo de Guerrero no deseará cosa mejor. Sobre todo, que convierta el art. 8º de dicho programa en una verdad práctica. Tal artículo decía que la instrucción pública era uno de los cuidados predilectos del gobierno, procurando que fuera servida por profesores aptos y moralizados y elevándola a la altura reclamada por el siglo ilustrado en que se vive. "Multiplique U. las escuelas en todas las municipalidades del Estado; inunde U. los ojos de sus gobernados con la luz de la instrucción; y como por encanto disminuirá la criminalidad en el Estado de Guerrero, sus hijos serán laboriosos, probos, respetuosos a las autoridades y benévolos no sólo con sus compatriotas, sino también con todos sus semejantes". Finalmente afirma que "el patriarca del Sur", el Gral. Juan N. Álvarez, lo honró con su amistad y con su correspondencia particular, la cual todavía conserva, y agradecido por la benevolencia de este héroe desea que su hijo imite sus virtudes y merezca, como aquél, el amor y las bendiciones del pueblo de Guerrero. |