Merece su estimación y no le faltará su apoyo, pues una cosa es que, como hombre público, tenga que contemporizar con los que pueden hacer el mal, y otra muy distinta que dé por ciertas las afirmaciones temerarias, desdeñosas e indignas del cargo que desempeñan [se refiere al gobernador Simón Cravioto y su relación con los monederos falsos]. Aconseja hacer entender al gobernador que su ministerio es de buena fe y que representando a la sociedad ofendida por las faltas, delitos y crímenes, tiene el deber de pedir el castigo a la justicia. Asimismo, lo disuada para contribuir al buen nombre del Ejecutivo federal pidiendo con entereza y energía el castigo de los criminales que no respetan ninguna de las garantías que la naturaleza confirió al hombre. Las víctimas de [Francisco] Limón fueron sacrificadas en el silencio y la oscuridad de la noche, sin haberles preguntado sus nombres, sin darles a conocer su delito ni a su acusador. Pasando a otro asunto, informa que es difícil conseguir el pago de su crédito porque el Gral. [Manuel González] ve al tesoro público con más respeto que a su propio patrimonio. |