Desde antes de recibir la carta de [Vicente] Salinas [y Rivera], recomendando, al igual que Jiménez, al Dr. Miguel Otero, el director de la Escuela Nacional de Medicina ya había propuesto a las personas para ocupar las clases nuevamente abiertas y remitido la lista de las que cubrirán las demás vacantes; con ello hubo de proceder a la provisión de dichas plazas. Por lo anterior, no pudo obsequiar las instancias de Salinas y de Jiménez.
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