Oratoria

1663 / Ms. 1252 / 1878-06-30 [Ver ficha completa][Ver documento]
De: MONTES LEDESMA, Ezequiel  Para: GUTIÉRREZ FLORES ALATORRE, Blas José
Agradece el obsequio de los dos tomos de la obra que está publicando y cuyo título es: Apuntes sobre los fueros y tribunales militares, federales y demás vigentes en la República y sobre las más importantes disposiciones del derecho marítimo, internacional y administrativo relacionadas con aquellos. Respecto a la dedicatoria en la que lo elogia, así como a su sentir porque la Suprema Corte de Justicia no resuelva la consulta del 9 de octubre de 1877, contesta que Gutiérrez lo juzga con benevolencia y gratitud y no por los beneficios que hubiera podido hacerle, como lo demuestra el hecho de que lo nombró en 1856 magistrado propietario del Circuito de Culiacán, pero no lo hizo como un favor sino por justicia. No merece los calificativos de "distinguido jurisconsulto y notable orador", para lo cual cita la reprensión que dirigió Quinto Mucio a Servio Sulpicio [Digestorum seu pandectarum, Liber I, Titulum II, Lex 43], así como a Marco Tulio Cicerón y a Marco Fabio Quintiliano (Institutione oratoria). En cuanto a la mencionada consulta de 9 de octubre de 1877, explica que el presidente de la Suprema Corte de Justicia decretó que la solicitud del fiscal se cumpliera, remitiéndola al Tribunal de Circuito para que informara de su contenido, lo cual se hizo. Pero Gutiérrez retiró su consulta el 4 de junio de 1878 y pregunta: "¿Qué parte he tenido, en la causa de su justo sentimiento por no haber pedido el Fiscal lo que estimara conforme a derecho en la consulta? ¿Qué podría yo hacer en pro del despacho de un negocio de parte, cuando ésta no agitaba su resolución?" Además, gravemente enfermo tuvo que salir de la ciudad de México a Huichapan el 2 de septiembre de 1877 y regresó el 11 de diciembre del mismo año, por lo tanto es ajeno a la dilación del despacho de la consulta de Gutiérrez. El fiscal ya pidió el expediente sobre la mencionada consulta.

3141 / Ms. 1255 / 1881-05-16 [Ver ficha completa][Ver documento]
De: MONTES LEDESMA, Ezequiel  Para: ALTAMIRANO, Ignacio Manuel
Acaba de saborear, por segunda vez, la dulcísima carta de Altamirano del día anterior: "¡Válgame Dios, Magister; y cuántas cosas buenas me dice U. por tan poca cosa que yo le dije, cuando U. merece mucho más!" Reitera su felicitación por el buen efecto causado por el artículo de Altamirano, el cual le hizo reír a solas y por el cual lo elogia citando a Quinto Horacio Flaco (Satirarum, Liber I, Sátira X, versos 14-15), a Juvenal (Sátira I, verso 81), a Virgilio (Aeneida, Liber I, verso 83), y a Quintiliano (Institutione oratoria, Liber IV, cap. II). Recuerda la poesía que Altamirano le dedicó cuando ambos pertenecían a la Suprema Corte, así como las siguientes palabras del primero: "Mi lugar no es la Corte. Mi lugar es el parlamento, porque soy orador". Así pues, Altamirano debe aplicarse "a restablecer la elocuencia en la Cámara popular; procure U. que vuelvan aquellos hermosos días en que estábamos colgados de las bocas de los Yáñez, de los Zamacona, de los Ramírez, de los Lerdo y de los Iglesias: los viejos estamos condenados a elogiar nuestros tiempos".