Tácito

851 / Ms. 1249 / 1876-05-01 [Ver ficha completa][Ver documento]
De: MONTES LEDESMA, Ezequiel  Para: VÁZQUEZ, Jesús María
Por el mal estado de su salud no contestó la carta de Vázquez del 30 de marzo y por el viaje que hizo a Taxhidó, el cual fue a todas luces negativo y que resume en las dos ideas siguientes: "un fuerte desembolso pecuniario y la agravación de mi salud. La penuria en que se halla la patria hace innecesario hablar de lo conversado entre Mutuverría y Vázquez, "Silent leges inter arma". Se hace esta pregunta: "¿Es posible hoy la libertad electoral?", para responder: "No, ciertamente. O no habrá elecciones; o en ellas triunfará la odiosa y funesta reelección por medio de la violencia y del cohecho". Opina en forma negativa sobre el gobierno de Sebastián Lerdo de Tejada, utilizando como comparación a Tácito cuando descubrió el reinado de Augusto, "pero aquí hemos tenido durante 4 años la hipocresía Constitucional, hemos carecido y carecemos de las grandes ventajas de la forma de gobierno adoptada por la Constitución, que debiera regirnos: los efectos del orgullo, de la vanidad y de la ineptitud del actual presidente no se han hecho esperar". Enaltece a la "opinión" como la reina del mundo que tarde o temprano se impone. Los estados de Chiapas, Jalisco, Nuevo León, Sonora, Tlaxcala y Veracruz se encuentran en estado de sitio "contra las prescripciones de los arts. 40, 41 y 109 de la Constitución; y contra la ley de 24 de mayo de 1871." Los estados de Morelos y Puebla están en revolución. Sentencia que la reelección no tiene posibilidades de triunfar. Desea que la crisis nacional no afecte a Vázquez en sus bienes ni en su persona.

3157 / Ms. 1255 / 1881-05-19 [Ver ficha completa][Ver documento]
De: MONTES LEDESMA, Ezequiel  Para: ARRIAGA, Ignacio
Agradece las buenas calificaciones que prodigó a su proyecto del plan de estudios. Solicita que escriba algo en favor de dicha iniciativa, ya sea en un periódico de San Luis Potosí o en alguno de la ciudad de México. La carta de Arriaga del 13 de mayo revela que conoce "en toda su deformidad el materialismo, que ha invadido la Escuela preparatoria de esta ciudad; y que, es capaz de refutar con buen éxito las perniciosas y disolventes máximas de esta secta filosófica, peor todavía que la de su primitivo autor Epicuro; porque a lo menos éste enseñó a sus discípulos a que se abstuvieran de la administración pública; mientras que los llamados positivistas son unos empleomaneáticos de primera orden". Lo felicita por su profesión a la filosofía racionalista y agrega que al leer su carta le pareció oír a su digno padre [Ponciano Arriaga] leyendo el 16 de junio de 1856, ante el Congreso Constituyente, la parte expositiva de su dictamen sobre la futura Constitución de la República, u otro de sus notables discursos ante la misma asamblea. Promete, por último, enviarle un ejemplar del mencionado proyecto impreso en cuaderno. En P.S.: "Los positivistas se mueren aquí como perros de rabia; y esto prueba que mi trabajo ha dado en el clavo. ¡Ojalá que lo veamos convertido en ley!". Dijo bien el más profundo de los historiadores romanos: "Natura tamen infirmitatis humanae, tardiora sunt remedia quam malo" [Tácito, De vita et moribus Iulii Agricolae, Cap. III].