Censura

854 / Ms. 1249 / 1876-05-05 [Ver ficha completa][Ver documento]
De: MONTES LEDESMA, Ezequiel  Para: MONTIEL Y DUARTE, Isidro
Expresa que el presidente de la Suprema Corte lo comisionó para presentar un proyecto de contestación al oficio del Ministerio del ramo de 20 de agosto de 1875. Se refiere al cuestionamiento hecho al Ejecutivo por nombrar, sin fundamento legal, "secretario en propiedad del juzgado de distrito de Oaxaca al C. Manuel Galindo, contra un acuerdo de la misma Corte, de 28 de julio [de 1875], que declaró secretario del juzgado al C. Rodolfo Sandoval". Lo anterior debió causar efecto con la publicación del Diario Oficial, lo cual no se ha realizado "sin duda por recargo de material; porque no es admisible la idea de que hayan renacido entre nosotros bajo la felicísima presidencia del liberalísimo Sr. D. Sebastián Lerdo de Tejada, los hermosos días de la previa censura".

1986 / Ms. 1252 / 1879-05-14 [Ver ficha completa][Ver documento]
De: MONTES LEDESMA, Ezequiel  Para: GARCÍA DE LA CADENA, Trinidad
Recibió la carta de G[arcía de la] Cadena del 29 de abril en la que le ofrece la representación del distrito de Nieves en el Congreso Federal, para que haga valer los fueros constitucionales del estado de Zacatecas en la crisis electoral que sufrirá la nación de junio a noviembre de 1880 [sic. por 1876]. La oferta del gobernador se debe a la aparición prematura de las candidaturas presidenciales que tienden a constituir a Zacatecas y a su gobernador, según éste, "en blanco de una política turbulenta bastante extraviada en el camino de las ideas constitucionales". No puede aceptar el ofrecimiento, pues el estado de su salud lo obligó a retirarse de las luchas políticas en que tomó alguna parte desde 1852 hasta 1873, cuando aceptó ser magistrado de la Suprema Corte, aun cuando se rehusó a ello en 1861 y en 1868. Esto se debe a que si en el primer tribunal de la nación se resuelven cuestiones importantes en el orden político y civil, los debates son menos estrepitosos y odiosos que en el Poder Legislativo. Le faltan las fuerzas físicas y morales que requiere el cargo ofrecido. No tiene ningún compromiso político con alguna de las candidaturas presidenciales. Tomará partido cuando conozca los programas de los candidatos y sostendrá la candidatura del ciudadano que dé mayores garantías de ejercer el Poder Ejecutivo conforme a la Constitución y a las leyes, pues tiene la convicción de que México debe sus desgracias a las dictaduras que se han sucedido, desde Iturbide hasta la hipocresía constitucional de Lerdo de Tejada, que derribó el plan de Tuxtepec sostenido por el Gral. Díaz y sus compañeros, entre los que G[arcía de la] Cadena ocupa un lugar muy distinguido. Para que comprenda mejor su opinión, envía ejemplares del discurso que pronunció ante la Suprema Corte el 6 de julio de 1877, en donde expresa su credo político en materia de derecho constitucional: rechaza el cesarismo, sea quien sea el César. Desde 1870 fue y es partidario político de [Porfirio] Díaz porque lo considera la personificación del gobierno constitucional, aunque la condescendencia de éste con algunos de sus íntimos amigos llevó a la nación al triste estado en que se encuentra. Sin embargo, es preferible al que imperaba en el periodo de la hipocresía constitucional de 1869 a 1876. Al leer el discurso se convencerá que es necesario volver "a la observancia de nuestros principios; a la guarda del primero de todos, la libertad electoral, que murió a manos de Juárez y de su director Lerdo de Tejada desde Julio de 1869; hemos tenido farsas, o caricaturas del sistema representativo, pero el verdadero sistema ha desaparecido completamente de nuestra escena política: la reelección indefinida del poder ejecutivo; las candidaturas oficiales de los diputados y senadores; y las sesiones de ambas cámaras que empiezan a las tres y media o cuatro de la tarde y se levantan a las cinco son otros patrones de ignominia que ponen en alto relieve nuestro fariseísmo constitucional". En cuanto a la Suprema Corte, que recibe consigna del Poder Ejecutivo, comenta: "nuestra lengua no tiene palabras, para censurar la última indignidad a que puede llegar un pueblo y no crea V. que declamo; soy testigo presencial de que en una época no remota se sacrificaban las garantías más preciosas del hombre y del ciudadano a una sola indicación del primero de nuestros fariseos constitucionales". Su presencia en la Cámara de Diputados sería inútil, porque uno de los candidatos tiene "una grey tan dócil de ovejas", la cual derrotó al mismo presidente [Porfirio Díaz] en cierto negocio importante.

2150 / Ms. 1253 / 1880-04-22 [Ver ficha completa][Ver documento]
De: MONTES LEDESMA, Ezequiel  Para: GARCÍA, Alejandro
Agradece lo haya recomendado con varios de sus amigos para ser electo senador por el estado de Hidalgo. Comenta: "No hay en nuestra lengua palabras bastante amargas y enérgicas con que censurar la usurpación del voto público, cometida por el ejecutivo federal, por los gobernadores de los estados y por sus subalternos políticos en un verdadero monopolio que explotan en su provecho y en el de sus cómplices, los diputados y senadores de candidatura oficial. Estos falsificadores del voto público, son verdaderos renegados de la soberanía popular, más odiosos que los conservadores; por que éstos francamente dicen: que no creen en la soberanía del pueblo, ni la aceptan, ni la practican, pero nuestros maeses, Pedros, proclaman a todas horas la soberanía popular y parodian a Luis XIV, representante del derecho divino, que tenía la franqueza de decir: El estado soy yo; nuestros salteadores del sufragio público tienen la modestia de llamarse servidores de la Nación; y no son más que verdugos. ¿Qué comparación puede haber entre las cámaras que legislaron hace 30 años y las máquinas legislativas de hoy? Aquéllas se componían de diputados y senadores del pueblo; representaban sus nobles aspiraciones y tronaban con los acentos de la verdadera libertad; éstas están formadas de senadores y diputados del palacio Nacional de México y de los palacios de las capitales de los Estados; representan a sus odiosos amos; y su elocuencia consiste en el mutismo, ó en la adulación servil". Solicita que entregue a Villagrán 60 pesos de los que le habló en su carta. Hace saber que irá a Pachuca, aunque no cree que ahí obtenga el remedio de sus males. Agustín fue declarado no culpable.

2265 / Ms.1253 / 1880-08-06 [Ver ficha completa][Ver documento]
De: MONTES LEDESMA, Ezequiel  Para: REBOLLAR DE MONTES, María de Jesús
Sus males no tienen como causa la falta de asistencia, sino no encontrar un remedio eficaz, por lo que se opone a que ella vaya a Huichapan a cuidarlo. Le advierte que debe ser indiferente a las censuras de la sociedad, porque "sabe más el loco en su casa que el cuerdo en la ajena". Pide envíe la carta adjunta [véase núm. 2266] a [José Francisco] Maldonado e Hijo, en caso de que la libranza ya haya sido pagada.

3382 / Ms. 1255 / 1881-06-28 [Ver ficha completa][Ver documento]
De: MONTES LEDESMA, Ezequiel  Para: CRAVIOTO, Simón
No fue su intención provocar el enojo de Cravioto al pedir informes al promotor fiscal [Arturo Martínez Cáceres] sobre el contenido de la carta del gobernador del 17 de junio. Su intención fue que el promotor conociera los cargos que formularon en su contra las autoridades y algunos vecinos de Huichapan. Previno de palabra al promotor, que procure actuar en armonía con los poderes del estado y especialmente con el Ejecutivo. Adjunta la carta en que indica lo anterior al promotor, para que Cravioto, después de leerla, la envíe al destinatario. Hace honor a su gobierno al apoyar los procedimientos de la autoridad judicial de la federación en el cumplimiento de sus deberes; pero no por ello puede ser calificado de enemigo de los monederos falsos y de sus cómplices. El promotor es censurado como enemigo encarnizado de [Francisco] Limón y es probable que se caiga en el error de que fue nombrado con el fin de hostilizar a los monederos. Para evitar tal error, explica el origen de su nombramiento: por enfermedad del promotor fiscal Luis G. Ruano, el senador Pedro Hinojosa recomendó a Martínez Cáceres, que resultó ser también el candidato del presidente [Manuel González]. Pasando a otra cuestión, avisa que no fue posible conseguir una preceptora para [la escuela de] Huascasaloya porque las que están avecindadas en México no quieren salir de la ciudad.

3918 / Ms.1257 / 1881-10-12 [Ver ficha completa][Ver documento]
De: MONTES LEDESMA, Ezequiel  Para: FUENTES, Vicente
Aunque no sabe a quién se dirige, porque Fuentes usurpa un nombre que no es el suyo, el respeto que debe a la justicia lo obliga a refutar varios errores en que aquél incurrió en carta del 22 de septiembre. En primer lugar, la calumnia contra los Gabriel y Emilio Islas al afirmar que obtuvieron sus títulos profesionales por medio de las liviandades de sus hermanas y que Emilio se vale de "todo género de picardías" para enriquecerse, tal como la de volver loco al doctor Schultz. En forma tajante asegura que los Islas obtuvieron sus títulos de abogado con total arreglo a la ley. Eduardo Islas defendió a Schultz y sostuvo que estaba en su entero juicio, cuando Refugio Rincón Gallardo, su mujer legítima, pidió a la justicia la interdicción legal de su marido. Pretende que remueva a Emilio Islas como juez federal, lo que demuestra su ignorancia de las leyes, pues ningún juez o magistrado puede ser removido sin causa justificada en el juicio respectivo (art. 47 de la Ley Juárez del 23 de noviembre de 1855 y art. 3º del decreto del 1º de junio de 1878). Asimismo, Fuentes censura al juez de distrito del estado de Hidalgo, Eduardo Torres Torija [que conoce del juicio contra los monederos falsos], debido a que es intimidado por los criminales Silviano Gómez y socios por medio de una recusación. Dichos reos usaron el derecho que les concede el art. 28 de la ley del 22 de mayo de 1834 y aquel juez cumplió con su deber al darse por recusado. También ataca al promotor Arturo Martínez Cáceres sin ningún fundamento. En fin, cuando Fuentes quiera ayudar a la buena administración de justicia, debe respetar la verdad y tener el valor de opinar con su verdadero nombre, sin ocultarse bajo un seudónimo. Esta circunstancia "me obliga a usar un lenguaje que no acostumbro emplear en mi correspondencia particular".